Parece un chiste de mal gusto, pero una falta de política pública enfocada en la eficiencia pone a trabajar a los creativos, que sin ninguna base técnica, proponen soluciones surreales.
E.on, la empresa proveedora de energía más grande del Reino Unido, fue protagonista en enero de este año, por enviar a algunos de sus usuarios un par de calcetines para recomendar que apagaran sus calefactores residenciales para evitar cobros excesivos. Esto, justamente se dio en el día más frío del año en Londres.
De la misma manera, Ovo Energy sugirió a sus usuarios apagar sus calefactores residenciales y como factor compensador, publicó en Twitter una solución para soportar las bajas temperaturas: abrazar a sus perros y gatos.
Lo anterior se da en un contexto donde los precios del Kw/h de la energía eléctrica tocan techos antes impensables por la especial coyuntura de la crisis que ha afectado a Europa, en los últimos días, referente al suministro de gas y las tensiones geopolíticas con Rusia. Pero como siempre, la culpa la tiene el usuario.
El Reino Unido ideó un plan, que incluía 600,000 viviendas, para hacerlas más eficientes respecto a sus sistemas de calefacción. Solo se logró el 8% de ese objetivo antes de que echaran para atrás el proyecto. Hoy, tiempo después del intento fallido, la gente paga las consecuencias por falta de voluntad política en términos de eficiencia. Como no se siguió invirtiendo en esta materia, dejó mal parado al país entero. El desperdicio de energía era tal por la falta de infraestructura que ocasionó que el 17% de las emisiones de carbono sean producidas por los hogares y que los usuarios paguen hasta tres veces la energía que deberían estar pagando si tuviesen sistemas eficientes.
Que Colombia no necesite de sistemas de calefacción eficientes por su condición geográfica no significa que estemos a salvo. Aunque se ha venido avanzando en la inversión de proyectos de fuentes de energía no convencionales y, adicionalmente, se ha identificado correctamente los problemas y objetivos para el año 2030, la capacidad instalada de los usuarios es tan pobre que se habla de que con sistemas más modernos, inteligentes y tecnológicos la industria puede reducir el coste de sus facturas hasta en un 30%.
Es más barato subsidiar la industria o incentivarla tributariamente para la renovación de su capacidad instalada en maquinaria, materiales eléctricos, redes eléctricas y equipos de automatización eficiente, a que al estado le toque racionar la energía para garantizar el suministro nacional.
Colombia no está preparada para un factor exógeno como el que vive el Reino Unido. Que los ejemplos del mundo nos hagan actuar pronto para no tener que exigir ni la cartera nacional ni la deuda para pagar tarifas perfectamente evitables. Por ahora, que no se nos haga raro que nos digan que la solución para unas tarifas de energía altas sea abrazar a nuestras mascotas para controlar nuestras frustraciones.